El estrabismo nunca debe ser ignorado creyendo que el niño se curará sólo. A no ser que sea tratado antes de los 9 años de edad, puede derivar en una pérdida definitiva de la visión en el ojo desviado (ambliopía). La ambliopía se desarrolla más rápido en los niños pequeños y tarda más tiempo en corregirse en niños mayores, por lo tanto, cuanto antes se inicie el tratamiento, menos grave será el defecto visual inicial y más rápida la respuesta. Así mismo, el estrabismo es, en ocasiones, una señal prematura de un trastorno nervioso grave.
Existen numerosas técnicas que permiten corregir este trastorno: gafas especiales, obturación del ojo dominante de forma alterna con el otro y programas de entrenamiento visual para reforzar la visión binocular. En todo caso, la detección precoz es esencial para establecer el equilibrio muscular, es decir, recuperar el paralelismo de los ojos. El tratamiento quirúrgico está indicado en los casos severos o que no se corrigen con los tratamientos tradicionales.
La cirugía consiste fortalecer o debilitar ciertos músculos de los ojos para obtener una buena visión y evitar que se tuerzan. Este tratamiento puede tener complicaciones, como la aparición de infecciones, reacciones alérgicas o caída del párpado superior. En ocasiones el estrabismo se puede conseguir mediante la inyección de toxinas botulínicas y bajo anestesia general. Estas toxinas producen una parálisis temporal de los músculos y permite, por una serie de mecanismos, corregir y en algunos casos determinados curar este trastorno.